LA MIRADA DE LA FE."EL COCODRILO DEBAJO DE LA CAMA". RAMON BOGAS

 De niño imaginaba que metiendo los sueños feos debajo de la cama se esfumarían. Era magia. Aquellas noches de miedos infantiles e ideas aterradoras se solventaban metiendo al “cocodrilo” debajo de la cama. Creía que si no los veía, si no los expresaba, si los escondía, algún día se esfumarían. Pero hoy, desgraciadamente, me doy cuenta de que, cuando menos lo esperas, vuelven a salir.


He descubierto que de otra manera lo seguimos haciendo de adultos. Todos tenemos emociones y miedos sin contar ni expresar. Todos poseemos zonas ocultas, sentimientos disimulados, pobrezas enmascaradas. Y seguimos creyendo como niños que si los escondemos, desaparecerán milagrosamente. Y eso, con el paso de los años, tiene un coste emocional inmenso.

Hay tres estrategias fundamentales para afrontar esos sentimientos inconfesables, esos miedos interiores que se representan en tres imágenes. La primera imagen sería la del POZO. Guardamos esas emociones en un lugar oscuro y profundo. Creemos que nadie podrá acceder ahí. Pero el agua estancada, con el paso del tiempo, huele mal. Es una buena estrategia para los primeros compases, pero al final se pudrirá.

La segunda sería el TSUNAMI. Es cuando sacamos esas emociones como un ciclón. Sin control ninguno, llenos de rabia se desborda esa agua estancada. Ha estado tan oprimida esa dimensión de nuestra existencia que cuando sale, lo hace violentamente y haciendo daño. La tercera imagen (y la deseable) es la del MOLINO. El agua del molino fluye en armonía, suavemente. Mantiene la frescura, no se estanca. Va saliendo poco a poco, con el ritmo preciso, con las personas adecuadas. Es un proceso liberador. Es el momento en el que decides que se puede expresar con valentía y confianza todo eso que has estado guardando y que necesita salir para ser sanado.

En estos días de Pascua hemos contemplado dos resurrecciones. La de Lázaro y la de Jesús. Me llamaba la atención que cuando Jesús llega a la tumba de Lázaro, los presentes afirman que “ya huele mal”. Y es que todos tenemos tumbas que se están pudriendo en nuestro interior, huelen mal y hay que atreverse a abrirlas. “Sal afuera” (Jn 11,43) es el grito de Jesús a su amigo Lázaro y es el grito que hoy nos hace a ti y a mí.

Hoy te invito a que te atrevas a sacar eso que se está pudriendo. Es una invitación del Maestro. Sólo así resucitarás. Sólo delante de Ti, sincerándome contigo y con mi gente, tendré el placer de desahogarme. Sólo con esa mirada tuya que no juzga, podré realizar ese ejercicio tan liberador. Sólo como molino refrescando el agua estancada de mi vida, podré sentirme libre. Porque, ahora me doy cuenta de que metiendo los cocodrilos debajo de la cama, lo único que hago es engordarlos. ¡¡¡Feliz resurrección!!!

Ramón Bogas Crespo

Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

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