LAMIRADA DE LA FE. "SI TIENES QUE FORZARLO NO ES TU TALLA". RAMÓN BOGAS

 ¿Debemos obligar a los niños a darle un beso o un abrazo a los mayores? Esta es una pregunta que empiezan a hacerse en estos últimos años los psicólogos infantiles y pedagogos. Todos recordamos en nuestra niñez cuando nuestra madre nos obligaba a darle un beso a esa tía abuela del pueblo que habías visto una vez en tu vida. Si no querías, le decían: “Es que este niño es muy suyo”. Según he leído, los expertos sugieren a los padres que consideren dos importantes criterios: el primero es que cada niño tiene una manera de expresar los afectos y tendrá que aprender a hacerlo. El segundo (sobre el que versará este artículo) es algo sabido, pero que nos cuesta entender y es que NO SE PUEDE FORZAR EL AMOR.

Pasa también en los adultos. Todos hemos tenido alguna experiencia en la que nos hemos empeñado en hacernos amigos o intentar ligarnos al que “pasa” de nosotros. Reiteradas llamadas, regalos, gestos serviciales… intentos desesperados por conseguir ese amor que es imposible. Me viene a la memoria el consejo que Loles León da a Carmen Maura en Mujeres al borde de un ataque de nervios: “Te estás poniendo en evidencia, Pepa”. Nosotros también nos hemos puesto en evidencia alguna que otra vez. El amor no se mendiga ni se ruega. Si no quieren (o no queremos), no forcemos las máquinas. Hay verbos que no funcionan en imperativo: perdóname, ámame, sé mi amigo.



Es cierto que el amor es entrega y esfuerzo. Que no son esas “cosquillas” en el estómago de los primeros años. Que se ama diferente después de 30 años de casado. Pero una cosa es amar y cuidar lo amado y otra bien distinta es obligar a amar. Nos pasa cuando vamos a comprarnos un pantalón. Nos lo probamos, nos aprieta un poco y nos empeñamos en llevárnoslo. Al final, se quedará colgado en el armario. Si tienes que forzarlo, no es tu talla. Exactamente lo mismo sucede con el amor.

A veces, se ha entendido mal el mandato del Maestro: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22,34-40). Los bienintencionados cristianos hemos querido esforzarnos en un imposible humano. Y ahí está, de manera paradójica e interpelante, el mensaje de Jesús: “Es imposible para ti, pero posible con la Gracia”. En el evangelio, Jesús habla con el Maestro de la Ley para descolocarlo. Porque se podrán cumplir 600 mandatos, pero es imposible amar a los enemigos, a tu prójimo si no es con un “extra” de Espíritu que sólo puede llegar de Dios.

Entrenemos nuestra capacidad de amar, pero sin forzar. Ensanchemos el corazón sin obligaciones, sólo porque es más saludable y edificante amar más y mejor. Acepto hoy tu invitación a amarte y amar. Dame mi tiempo, respeta mis ritmos, pero cuenta con que voy a intentarlo. Y si no sé, o no puedo… HAZLO TÚ POR MÍ, SEÑOR.

Ramón Bogas Crespo

Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

Comentarios