LA MIRADA DE LA FE. "INCERTIDUMBRES" RAMÓN BOGAS

 A mi amigo Juan le han diagnosticado una cardiopatía. Tienen que abrirle el pecho para cambiarle una válvula. Supongo que su corazón se desgastó de tanto amar y ahora necesita sus mimos. Como las cosas de palacio van despacio, lleva desde abril así, a la espera de la fecha de la intervención. Médicos, consultas… pero no sabe si será cuando pase Navidad, la Semana Santa o el verano. Y esto produce una terrible sensación: VIVIR EN LA INCERTIDUMBRE.


La incertidumbre es ese estado de angustia, desazón e inquietud que se produce cuando no sabes qué va a pasar a continuación. No puedes hacer nada, es imposible controlarlo… Ni todo el dinero ni la sabiduría del mundo te pueden ayudar a resolverlo. Es algo, en ocasiones, insoportable. Aunque él es un hombre de madurez personal y espiritual, lo está llevando como bien puede (que es mal).

Todos vivimos en el pantano de nuestras dudas. Qué va a pasar con mis hijos, quién cuidará de mí cuando me quede solo, podré soportar que me falte el amor de mi vida, qué va a pasar en la economía y en nuestro país… Son preguntas que hacen gastar muchas de nuestras energías y son generadoras de miedos. Pero, paradójicamente, la única certeza que tenemos es que el futuro está abierto y es imprevisible.

La incertidumbre es parte de la vida. Nos hemos acostumbrado a realizar todo con “máxima seguridad”. Seguros de cancelación, seguros médicos… anticipándonos en todo para que no falle nada. Hace unas décadas recuerdo que íbamos a la estación un poco antes de la salida del bús y allí comprábamos el billete o al restaurante a ver si había alguna mesa y nos esperábamos a que se fuera algún comensal. Hoy todo lo reservamos antes, con una falsa percepción de tenerlo todo controlado. Pero, nada podrá resolver las incertidumbres más profundas. No nos engañemos al solitario.

Jesús invita a sus discípulos a echarse al mar: “Rema mar adentro” (Lc 5,1), “Os haré pescadores de hombres” (Mt 4, 19). Y, es una invitación a vivir en la incertidumbre. En el imaginario de Israel, el mar es la representación de lo desconocido, de lo que no se puede controlar, de lo imprevisible. Pero, les/nos ofrece su promesa de que, cogidos de su mano, el futuro irá bien. La incertidumbre es la puerta de la fe: “¿Por qué tenéis tanto miedo? ¿No tenéis fe? (Mc 4, 35-41) les dijo un día a sus apóstoles y nos dice también a nosotros hoy.

A pesar de nuestros desasosiegos, sin saber atisbar el futuro, Dios camina entre nuestras inseguridades. El Maestro, en medio de la niebla, se convierte en el SEÑOR DE NUESTROS TEMORES. Ya nos toque ganar o perder, el futuro está en buenas manos. Me embarco contigo, Señor, en la barca de mis incertidumbres.

Ramón Bogas Crespo

Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

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