LA MIRADA DE LA FE. "¿SOLOS O CON PAREJA?". RAMÓN BOGAS

 ¿Solos o con pareja?¿Cómo se está mejor?¿Somos capaces de estar solos?¿Nos gusta la soledad?¿Viajaríamos solos?¿Estamos con alguien solo por miedo a quedarnos sin compañía? ¿Vivirías en pareja a cualquier precio? Son preguntas que algunas veces nos hacemos en mi plural pandilla en la que hay gente soltera, viuda, célibe, casados “malamente” y casados aparentemente más “felices”. Las respuestas… tan diferentes como variadas las personas que la componemos.


El ideal lo conocemos: la pareja “perfecta” y el célibe realizado. Pero hasta alcanzar esa utopía existe una gama de grises con algunos extremos que quiero señalar. Personas que entienden las relaciones como dependencia o asidero. No aman, necesitan a la otra persona. En el otro extremo, personas solas que se han encerrado en sí mismas y son incapaces de tener relaciones saludables con los demás (“Casasolas”, decía mi madre). También existe esa especie de yonkis de las relaciones. Incapaces de estar a solas un instante, se enganchan a la primera persona que pasa por su vida.

Para empezar a tener relaciones saludables, se requieren previamente algunos aprendizajes emocionales y espirituales. El primero, aprender a estar solo o sola. Tu mejor compañía eres tú. Aprende a vivir contigo mismo, sopórtate, afronta tus fantasmas y reconcíliate con lo que eres. Es cierto que para los creyentes, esa soledad será una “soledad habitada”, con una PRESENCIA con mayúscula que siempre te acompaña en el camino. El segundo de los aprendizajes será que siempre la compañía (pareja, amistad, comunidad…) deberá ser el resultado de un SI MADURO, consciente, pleno. Como dice el proverbio oriental: “El APEGO dice te amo, quiero que me hagas feliz. El AMOR GENUINO dice te amo, quiero que seas feliz”.

Celebrábamos en estos días la SOLEMNIDAD DE LA TRINIDAD. Un lío que de pequeños nos explicaban como confusas matemáticas pero que, en realidad, habla de relaciones de amor. La Trinidad es el mejor ejemplo de la máxima expresión del amor auténtico: la COMUNIÓN. Distintos y uno a la vez, diversos en un solo amor. Ya lo dijo San Agustín: “Aquí tenemos tres cosas: el AMANTE, el AMADO Y el AMOR. Un padre amante, un hijo amado y el vínculo que mantiene a los dos, el Espíritu del amor”. Dios es una comunidad de amor, que se necesita en su diferencia y que no se anula en la uniformidad.

Y esas son nuestras metas: ser uno mismo y estar con los otros. Saber vivir en una soledad poblada, forjando vínculos indestructibles. Abrazar sin invadir, amar sin anular. Ser uno mimo y a la vez ser un nosotros. Así, como Tú mismo, a tu manera de amar.

Ramón Bogas Crespo

Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

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