18 DICIEMBRE. EVANGELIO IV DOMINGO DE ADVIENTO

María nos enseña cuál es el mejor modo de prepararnos para celebrar la Navidad. Antes de que la Palabra se encarnase en su seno se había ya encarnado en su corazón. Su «sí» puede ayudarnos a revisar nuestras actitudes en este tiempo en el que el Señor viene.
Lc 1, 26-38.-
El sexto mes envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,a una virgen prometida a un hombre llamado José, de la familia de David; la virgen se llamaba María.Entró el ángel a donde estaba ella y le dijo: ---Alégrate, favorecida, el Señor está contigo.Al oírlo, ella se turbó y discurría qué clase de saludo era aquél.El ángel le dijo: ---No temas, María, que gozas del favor de Dios.Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre,para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reinado no tenga fin.María respondió al ángel: ---¿Cómo sucederá eso si no convivo con un varón?El ángel le respondió: ---El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te hará sombra; por eso, el consagrado que nazca llevará el título de Hijo de Dios.Mira, también tu pariente Isabel ha concebido en su vejez, y la que se consideraba estéril está ya de seis meses.Pues nada es imposible para Dios.Respondió María: ---Aquí tienes a la esclava del Señor: que se cumpla en mí tu palabra. El ángel la dejó y se fue.

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