Que os
améis unos a otros; como yo os he amado.
Juan (13,31-33a.34-35):
Cuando
salió Judas del cenáculo, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre,
y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo
glorificará en si mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de
estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros;
como yo os he amado, amaos también entre vosotros. La señal por la que
conocerán todos que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros.»
En su
mandamiento, Jesús no pide nada para él mismo ni para Dios, solo para el
hombre. El Dios verdadero no es absorbente ni acapara al hombre/mujer; por el
contrario, es un dinamismo expansivo de amor universal, don de sí que empuja a
darse a los demás. Toda la vida y la actividad han de ser una variada expresión
de ese único afán, el de expresar en obras el amor por los otros.
Comentarios