En
aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto.
Se
quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre
alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a
Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
–«Se
ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el
Evangelio.»
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