HOMILIA DE NUESTRO PARROCO D. RAMON PARA UNIRNOS A LA MISA DEL DOMINGO 19/04/2020 II DE PASCUA, COMUNITARIA Y ESPIRITUALMENTE

R. es venezolana. Angustiada por la situación de su país, gastó sus escasos ahorros, cogió a su pequeña y se vino a España: la madre patria, el lugar de la oportunidad de salir de la pobreza para muchos venezolanos. A los 20 días de llegar, se declara el estado de alarma. Vive en una habitación con su hija en un piso compartido, y allí están pasando los casi cuarenta días de confinamiento.


Los voluntarios de Caritas de mi parroquia, recién aterrizada, se pusieron en contacto con ella. Se le dio acceso al economato, se ayudó a la escolarización de la niña y se la integró en el grupo de scouts católicos para que fuera echando algunos amigos en el barrio… pero todo esto quedó truncado por el dichoso virus (aquí pongo emoticono de rabia).
El otro día, vino a pedir ayuda para su alquiler. Más sonriente que el resto de los españoles que tenemos el sueldo asegurado. Más confiada que los que contamos con algún familiar que nos puede echar una mano. Con más fe que muchos que, paralizados por el miedo, han llegado a dudar en estos días raros. “Con la ayuda de Dios saldremos adelante, Padre. En sus manos estamos. A mí la fe y las ganas de vivir no me faltan. Cuando acabe esto, me pondré a trabajar y sacaré a mi niña para adelante”, es parte de la conversación que mantuvimos (y aquí coloco el emoticono de la boca cerrada con cremallera).
En el evangelio de este domingo, contemplamos la escena de las dudas de Tomás. Y no solo de él, sino del resto de los discípulos que también estaban “con las puertas cerradas por el miedo”. Y en esa actitud creo que andamos muchos en este momento. Con desconfianza sobre el futuro, con dudas sobre el porvenir, y casi agotados de seguir remando. Claro está que podemos tener días grises, criticar al gobierno (y a la oposición) y tener bajones, pero me gustaría contagiarme de la sonrisa, confianza y esperanza de R.
Como a Tomás, también a mí me dices, Señor: “No seas miedoso, sino confiado”. Porque me enseñas en tu Resurrección que la Vida tiene la última palabra. Ahora cierro los ojos y escucho tus palabras de ánimo: “Sé fuerte, permítete sentirte vulnerable, pero extiende tus palmas y CONFÍA. Yo estoy contigo”.
Ramón Bogas Crespo
Párroco de San Luis y Director de la Oficina de comunicación del obispado de Almería

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