LA MIRADA DE LA FE. "Las lentejas de los lunes" . RAMON BOGAS

 Llega el día en que no soportas más ese ruidito que hace al comer. En el que pillas un inmenso cabreo por algo nimio: la toalla tirada en el cuarto de baño o la “manía” de echarle sal a todo. Si te sientes identificado: PAREN MÁQUINAS, te ha devorado la cotidianeidad.

Todas las relaciones, todos los proyectos empiezan con pasión y emoción. Viene dado por la novedad de la persona, por la ilusión de comenzar una nueva historia. Pero poco a poco se van desgastando, la convivencia se hace dura, la realidad se impone, y llega la fatiga y el cansancio.

Nos han dicho que la vida perfecta a la que tenemos que aspirar es la de disfrutar, reír, ser pasional en todo momento, beberse a sorbos la vida, estar en el top siempre… pero no es así. No puede ser así. La vida tiene altibajos, momentos de euforia y pasión, pero también muchos, ¡muchos! ratos de dolor, de angustia, de preocupación… y también de entrega callada, compromiso, seriedad y reflexión. Pero, sobre todo, creo que la VIDA con mayúsculas es de quien la entrega en lo pequeño, lo cotidiano. Pasión, sí, pero pasión serena y tranquila.

El domingo contemplábamos como los de Nazaret se enfadan con su vecino, Jesús, por pretender dárselas de profeta. ¿Cómo el chaval de María y José puede contarnos algo nuevo? Y cuando los escuchaba pensaba que nosotros también somos incapaces de disfrutar de los “nuestros” habituales, del chiste que cuenta todos los años mi marido por navidad, de las lentejas que hace cada lunes mi mujer. El milagro consiste en descubrir lo nuevo en lo de siempre, lo bello en lo acostumbrado, lo valioso en la cotidianeidad.

La vida no es alucinante, casi nunca. La vida, especialmente el estilo de vida cristiano, tiene más de serenidad, compromiso y pasión por los demás que de montañas rusas emocionales. Y mi reto para ti (y para mí) esta semana es aprender a profundizar en la espiritualidad de lo ordinario, volver a reírme del chiste malo de mi esposo o saborear esas lentejas (aunque tenga que echarle un poco de sal a escondidas).

Ramón Bogas Crespo

Director de comunicación del obispado de Almería

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