Crónica de la Misa de Acción de Gracias en el I aniversario de D. Antonio como pastor de la Iglesia de Almería

 “Emocionante, vibrante, ilusionante…” han sido algunos de los ecos que se recogían a la salida de la celebración que tenía lugar en la Catedral de Almería con motivo del I aniversario de la llegada de D. Antonio a nuestra diócesis. Mucho antes de la hora prevista (19:00h) ya no cabía nadie más sentado, por ello la organización habilitó todas las sillas disponibles del templo madre de la diócesis. Muchos tuvieron que conformarse con seguirla desde las pantallas habilitadas en las naves laterales o por Interalmería TV y el canal diocesano de Youtube que emitió en directo esta ansiada celebración.


Para arropar a D. Antonio no faltaron a la cita el obispo de Jaén, Mons. Sebastián Chico, el flamante obispo de Teruel, Mons. José Antonio Satué, el obispo emérito de Goma (Congo), Mons. Cipriano Mbuka y el vicario general de la diócesis de origen de D. Antonio, el palentino, Anastasio González. Junto a ellos, el consejo episcopal y casi 100 sacerdotes llegados de los distintos puntos de la provincia.

La predilección por los niños, jóvenes y la pastoral vocacional se notó en la gran cantidad de acólitos que estuvieron sirviendo el altar y llenaron el coro catedralicio. Enrique, Fabián y José llegaron desde Cuevas de Almanzora.

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Para visibilizar la comunión diocesana, la música estuvo a cargo de la unión de distintos coros de la diócesis que, durante semanas, han estado afinando sus voces para cantar al unísono las canciones que animaron la celebración.

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En su homilía, D. Antonio animó a los “niños, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, pobres y ricos, sencillos y sabios… Trabajemos juntos, porque somos el cuerpo de Cristo y no podemos entendernos solos. Unidos haremos Iglesia, forjaremos la comunidad. Hay un futuro abierto, hay una esperanza cierta”.

Al finalizar la celebración, el vicario General, D. Ignacio López tomó la palabra en nombre de todos los presentes para agradecer la vida y la entrega del obispo y señaló cómo en este breve tiempo se ha ido ganando el cariño y el respeto de los diocesanos.

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Después de recibir un ovacionado aplauso en la sacristía de parte de los sacerdotes, le quedaba la sorpresa final. En la plaza de la catedral le esperaba un gran grupo de feligreses, liderado por la comisión diocesana para el Sínodo y la tuna universitaria femenina que animaron y provocaron alguna lágrima de emoción a nuestro obispo D. Antonio.

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