LA MIRADA DE LA FE. CONTANDO CALORIAS. RAMON BOGAS

 Llevo toda la vida contando calorías. Yo no veo una croqueta o un plato de ensaladilla, solo calculo cuanto me va a engordar. Y a pesar de las energías mentales gastadas, sigo estando “hermoso” (que dirían las abuelas). A veces, dan ganas de tirar la toalla. Voy al gimnasio tres días a la semana, los fines de semana hago caminatas y… no consigo los resultados esperados. Pero no voy a desfallecer. Tendré que reajustar mis metas, seré paciente con mis objetivos y estoy convencido de que, al final, merecerá la pena ese esfuerzo por estar sano.


Ocurre también con las personas a las que quieres (o tendrías que querer). A veces, dan ganas de mandarlas a paseo, de perderlas de vista definitivamente… Pero también en eso hay que ser constantes, no romper la baraja a la primera de cambio. Habrá que ser constantes en el perdón, amar sin treguas. Y es que los procesos vitales necesitan tiempo y dedicación. A eso se le llama PERSEVERANCIA. Marcaremos unos objetivos claros y nos pondremos en movimiento sin caer en el desánimo y la frustración. En otras palabras: NO RENDIRSE.

Ocurre también en los procesos de fe. Lo intentamos, miramos al cielo esperando una señal, pero parece que no crece, que no avanza. Miras a otros que “se comen los santos” y tú tienes la sensación de estar en parvulitos de espiritualidad. Te gustaría ver resultados más inmediatos y la sensación que tienes es que estás muy lejos de tener una buena relación con el Jefe.

Veía en un documental sobre China el arte de un cultivo no apto para impacientes: EL BAMBÚ. Lo plantas, lo riegas, lo abonas y tarda ¡siete años en dar fruto! Necesita durante todo ese tiempo echar unas hondas raíces que aseguran su estabilidad y crecimiento. Y eso nos ocurre a nosotros. A veces, nos domina esa toxina llamada impaciencia que envenena el alma con las prisas. Serán la esperanza y la perseverancia las armas para superar los obstáculos y creer en lo que nos parece imposible.

Acabo con una cita de uno de los filósofos contemporáneos más pesimistas: Albert Camus. A pesar de su filosofía existencialista, afirmaba que: “todas las personas llevamos un verano en nuestro corazón”. Y me parece bonito. Aunque, a veces creas que no para de llover, que todo está oscuro, que tus objetivos no alcanzan la meta, saldrá ese sol del verano que nos ayudará a afrontar miedos, superar obstáculos y conseguir metas. Mientras tanto, esperaré, no me rendiré, perseveraré, echaré raíces y seguiré CONTANDO CALORÍAS.

Ramón Bogas Crespo

Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

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