LA MIRADA DE LA FE. "CUMPLEAÑOS SIN TARTA". RAMON BOGAS

 Nunca tuve tarta en mi cumpleaños. Eran otros tiempos, mi madre trabajaba en una tienda y no estaba para malgastar toda la tarde haciéndome una tarta (y menos comprarla, que para eso fundó Esparta). En mi caso tampoco regalo, porque tuve el cruel destino de nacer en la víspera de los Reyes, y con un regalo ya había para las dos celebraciones. Y, a pesar de todo, cumplía años. Y estaba deseando que llegara ese día para que me felicitaran mis padres y amigos. Y ya está. Lo importante lo tenía (el amor de mis padres y la amistad), lo accesorio (la tarta y el regalo) no eran imprescindibles.


Imagínate un adviento sin corona, una navidad sin luces ni villancicos, una semana santa sin pasos en las calles (me matan hoy los cofrades), un verano sin playa, una fiesta sin música… Pues, a pesar de que sea inimaginable para algunos, es posible. Lo esencial permanece, lo superfluo pasa. Y es que algunas veces, hemos confundido el continente con el contenido, el papel que envuelve el regalo con el regalo en sí.
Los judíos (que son muy suyos) hicieron del Templo de Jerusalén su máximo símbolo. Después de anhelar tantos años una tierra, de poder construirlo con lágrimas y esfuerzo, llegaron a creer que sin él era imposible la fe. Que Dios habitaba allí y no en otro lugar. Y Jesús se paseó por allí, vió a la gente admirando su belleza y les dijo así a bocajarro: “Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra”. Y se quedó tan pancho. Me imagino la cara de póker de todos los oyentes. Él iba a la esencia. Dios no está en el templo, está “dentro de vosotros”. Quería darnos una lección: LO QUE PERMANECE Y LO EFÍMERO.
Y esto sucede también con nuestra vida. Pasará la hermosura y el vigor. Se caerá aquella casa del pueblo que tanto empeño pusimos en construirla. Pasará el cura de la parroquia. Se irán de la ciudad aquellos amigos tan geniales, incluso despediremos a nuestros seres queridos… y nos quedará lo esencial: el amor de Dios, el cariño de los nuestros, los valores que sustentan nuestra vida… es decir, LO QUE DE VERDAD IMPORTA.
Así que ahora te pido, Señor, que me des la claridad para discernir qué es lo importante y lo accesorio en mi vida. Dame luz para no aferrarme demasiado a esas cosas prescindibles a las que me he enganchado con demasiada fuerza. Dame ese olfato necesario para saber disfrutar de lo importante, sabiendo gozar también de esas pequeñas cosas que adornan el mundo. Dame tu sabiduría para poner mi corazón en tu amor, mis oídos en tu Palabra, mi vida en tus manos. Y así, podré ser feliz, aunque no tenga tarta en mi cumpleaños.
Ramón Bogas Crespo
Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

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