LA MIRADAD E LA FE. "LA VENDEDORA DE MANZANAS". RAMON BOGAS

 Una vieja historia cuenta que una vendedora de manzanas acudía cada mañana al mercado a vender su mercancía. Pero, pasadas las horas, apenas lograba vender algún kilo. El paso del tiempo hizo que la mujer se fuera desanimando. Una mañana se acercó un joven a su puesto. Al verla triste y desanimada le preguntó qué le pasaba. “Ya ves –respondió la mujer– cada mañana acudo a este mercado a vender mis manzanas, pero cuando la tarde cae apenas he logrado vender algún kilo”.

De repente y sin que nadie se lo pidiera el joven comenzó a gritar: “Compren, compren las mejores manzanas de la huerta. Recién recogidas para llevarlas a su mesa… compren”. Al sonido de los gritos muchas personas compraban a toda prisa algunos kilos de manzanas. Al cabo de pocas horas, la mujer había vendido toda su mercancía. – “¿Cómo lo has hecho?”– preguntó la mujer– “Ha sido muy fácil” – respondió el joven– tus manzanas eran muy buenas, pero ni tú ni ellos lo sabíais. ALGUIEN TENÍA QUE DECÍRSELO.

En muchas ocasiones nos cuesta comunicar y saber expresar aquella riqueza que tenemos en nuestro corazón. A pesar de estar convencidos de que tenemos muchos tesoros: las personas que queremos, nuestra fe (y los valores que la sustentan), somos como aquella vendedora: un poco timoratos para contar la bondad de las cosas.

Dicen que la Iglesia comunica mal. Os prometo que los que nos dedicamos profesionalmente a ello intentamos hacerlo lo mejor posible. Y estamos poniendo al servicio del Reino todos nuestros talentos para intentar contar tantas cosas “bonicas” que pasan cada día inspiradas por la fe. Tanta gente sanada, tanto consuelo en momentos duros, tantos gestos de ternura… Pero no podéis dejarnos tanta responsabilidad a unos pocos. Todos tendréis que ser VOZ de las maravillas que ha supuesto en vuestra vida el regalo de ser creyentes.


Muchas personas están necesitadas de buenas noticias y esperan de nosotros un anuncio más explícito. Callarnos, quedárnoslo solo para nosotros y no compartir esa riqueza es una forma de egoísmo y de malograr esa semilla que el Jefe ha sembrado en nosotros. Y por eso, se nos llama a contar, con nuestro testimonio de vida y nuestras palabras (torpes y sencillas en muchas ocasiones) que hemos encontrado un tesoro.

Con humildad, sin invadir y más con gestos que con palabras, hoy os invito a que salgamos a contar a la gente que vive a nuestro alrededor aquello que está haciendo vibrar vuestro corazón, eso que os hace resistir los envites de la vida con más dignidad, ese motivo que os permite acostaros cada noche diciendo: “Ha sido un lindo día, gracias Señor”. Porque como las manzanas, la noticia que tenemos es muy buena, pero ALGUIEN TENÍA QUE DECIRLO.

Ramón Bogas Crespo

Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

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