LA MIRADA DE LA FE. "OPORTO". RAMON BOGAS

 No eres nadie si no has ido a Oporto. Todo el mundo a mi alrededor ha ido, está o va a ir este verano a Oporto. Cuando un destino turístico se pone de moda… que se eche a temblar el universo.  Y es que nuestra sociedad está en permanente búsqueda de SENSACIONES. La conversación típica en un círculo de amigos es algo así: “¿No has ido al restaurante “chun chún” que tiene dos soles Repsol con comida fusión peruana/asiática? Ah, y Nena, no puedes dejar de ir a esta casa Rural de la sierra de Málaga maravillosa…”. Buscamos experiencias límite, viajes exóticos, terapias alternativas, técnicas de relajación… y todo eso porque, muy dentro de nosotros, ESTAMOS FATAL.


“Estoy agotado, como si hubiera corrido una Maratón”: este lamento lo pronuncia un gran número de personas cada día. Pero suele ser un cansancio sin explicación. Los psicólogos lo denominan FATIGA MENTAL. Y es mental, porque no suele tener que ver con lo físico. Cuando hacemos deporte y llegamos a casa “hechos polvo”, nos sentimos bien porque la cabeza y el alma están bien. Es ese cansancio que casi no duele porque sentimos armonía interna.

Y es que las sensaciones satisfacen un rato, pero luego vuelves a casa, a la rutina y de nuevo empieza el bajón. La tozuda realidad se encarga de darnos de bruces con el sinsentido y el aburrimiento. A mí me gusta decir medio en broma que si uno es capaz de disfrutar con cierta “dignidad” de los domingos por la tarde, es que uno está bien consigo mismo y con el mundo. Es como la prueba del algodón de una vida con sentido.

Frente a la búsqueda de sensaciones, la Iglesia propone la búsqueda de SENTIDO. ¿Por qué vivo? ¿Para quién? ¿Desde qué valores? ¿Con qué proyecto? ¿Dónde está el surtidor de la gasolina que me mueve? ¿El alimento que me sacia? ¿El agua que me quita la sed? El evangelista San Marcos relata que el Maestro “al contemplar aquel gran gentío, sintió compasión, porque estaban decaídos y desanimados como ovejas sin pastor”(Mc 6,34). Que es como decir en aquel tiempo que la gente estaba fatal (como ahora). Y por eso, nos invita a seguirle en la apasionante aventura de plantearnos con hondura y madurez como afrontar y desde donde el sentido de nuestra existencia. Donde encontrar las fuerzas para esos momentos difíciles de fatiga y sinsentido.

Señor, sé Tú la brújula que oriente mi vida hacia la felicidad. El alimento que me impulse a servir y a amar a la gente que tengo a mi alrededor. El motor que me haga levantar por la mañana para vivir mi vocación con la alegría del primer día. El dopaje para llegar extenuado hasta el final de la jornada con la satisfacción del deber cumplido. Y es que no me vale sólo calmar mi sed con planes y más planes.

P.D. Si vais a Oporto, traedme una botellita de algo ¡FELIZ VERANO! Hasta la próxima temporada.

Ramón Bogas Crespo

Director de la oficina de comunicación del obispado de Almería

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